miércoles, 26 de enero de 2011

Silencio y vergüenza

Un muerto es un muerto.
Nada más.
Silencio y vergüenza.

 
Porque no nos podemos parar.
Hay que evolucionar.
Dormir lo que nos despierte,
y esconder lo que nos moleste.
Fichar y callar.

 
Unos pies sucios con ojos entornados
buscan en la basura
el calor que perdieron
y la droga que encontraron.

 
!Ayuda!

 
Grita, espera y desespera
mientras unas cuerdas le atan a la vida
y le acercan a la locura

Un olor vergonzante recorre la sala,
nos callamos y nos miramos,
con seguridad, con firmeza,
desde la distancia del calor,
desde el norte de su sur.

Nos tapamos los ojos,
para evitar contagiarnos
de la vergüenza de los diente raídos.

 
Protegemos nuestra culpa
con guantes de látex,
con mascarillas de papel,
con miradas de compasión,
con el alma vomitando.

Placamos su dolor
y velamos sus sueños,
adormecinedo su conciencia,
expiando nuestra culpa
y despojándoles de la razón y su uso.

 
Cansados y satisfechos,
recogemos nuestra vergüenza,
cerramos nuestra puerta,
silenciamos la voz
y será hasta otro día.