lunes, 23 de febrero de 2009

Messenger

Ayer me desperté en el sofá abrazado a mi portátil y con una litrona de Mahou caída en el suelo. Como soy un chico precavido, la botella estaba vacía. Había recibido una solicitud de amistad en el Messenger. El nick era nombredemujerfriki68@blablabla.com. El mensaje de presentación tenía tela. Era algo así como ¡qué bonito es levantarme a tu lado y poder decirte al oidito “te quiero”! ¿Quién sería?, pensé yo. Un poco freak y un poco ñoña. Pero una mujer es una mujer. Y no es plan de tentar al destino. Nunca se sabe lo que hay detrás de una presentación así. ¿Qué significaría el numerito? ¿Sería alguna proposición, alguna amiga de cuarenta años o, simplemente, era la 68º idiota que se ponía ese nombre?
Dejé el messenger y abrí mi correo para leer los mails basura que habría recibido. El más spam de todos era el del delegado de clase de mi último curso de facultad. Se había acordado de mí y de otros cuarenta y dos compañeros porque no habíamos el euro de la orla que lucirá en las paredes de la facultad seis veces centenaria. ¡Manda huevos! Tan magna institución no tiene para pagar una jodía orla y enmarcarla. Además de putas, ponemos la cama. Después de seis años, siete en mi caso, tenemos que encargarnos de la decoración de sus paredes. Y todo por culpa de esta mente privilegiada y sus trapicheos raros. Es que es inaguantable hasta por mail: chistes malos, gracias estúpidas y frases en plan libros de autoayuda. Y si le pones su voz mientras lo lees te quieres pegar un tiro. El tiempo no pasa por algunos.
¿Y sabéis que es lo peor de todo?
Este personaje era
nombredemujerfriki68@blablabla.com

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