lunes, 23 de agosto de 2010

Cuando pedíamos deseos

Hoy acaba el verano. Cae la última tormenta de verano y llega el otoño. Pero ya no me importa. El cielo plomizo y la calle llena de charcos. El olor se cuela por la ventana mientras trabajo con el ordenador. Pero la lluvia no huele igual, no tiene el mismo sabor, ya no cala hasta los huesos. Simplemente, evoca sensaciones lejanas, de cuando éramos más jóvenes. De cuando andábamos bajo el aguacero mojándonos sin saber. De cuando no nos abrigábamos porque siempre hacía calor. La lluvia no llovía ni nosotros corríamos a resguardarnos. Los nudos en el estómago no estrangulaban, eran dulces caricias que nacían en la boca y acababan en una erección. Y siempre había prisa, siempre había un sitio mejor donde estar, siempre a tu lado. No podíamos parar, no había tiempo que perder. El amanecer no dolía, sabía a cigarrillos, a alcohol, a sudores compartidos. Los ojos enrojecidos, tumbados en cualquier esquina, viendo la gente pasar, mordiéndote el cuello y sin pensar. Y por la noche llovía y la luna se escondía hasta que volvía a iluminar mi oscuridad. Hoy ya no miro al cielo. Aquí no hay estrellas para encontrarme cuando estoy perdido, para buscarte entre ellas. Ya no te busco porque hace tiempo que te fuiste. No podría decir en que momento exacto desapareciste, pero, de repente, ya no estás aquí. No ando por la noche donde habitas. Es mejor extrañar tu presencia que reconocer que estamos muertos. Aunque te encontrara, ya no serías tú. Y yo no sería yo. La luz que entra por mi habitación  me deprime. Me despierta y me recuerda el sinsentido de estar aquí. Pero no la cierro. No quiero olvidarlo. Necesito sentir aunque duela. Necesito recordar que la lluvia sabía a tus labios, a tardes escondidos en el parque, a tus pezones fríos en las noches en la calle, al boxer manchado al llegar a casa. Tú despertaste mis sentidos pero ya murieron. No quiero seguir buscándote en las noches sabiendo que no vas a volver. Este cielo no es nuestro. Sé que no volveré a mirar estrellas ni a pedir deseos. Tú siempre fuiste ese anhelo. Te pedí durante años de sueños fugaces. Llegaste y no te marchaste. Ahora sí es verdad. Te fuiste y yo ya no miro al cielo.

No hay comentarios: