martes, 16 de diciembre de 2008

De fuego y azufre



- Y si después de todo, descubrieras que hay en aquel edificio alguna sola persona decente, ¿qué harías?
- Seguiría con lo previsto.
- Y si te encontraras con un grupo de, pongamos, diez personas merecedoras de la vida.
- Lo sentiría por ellos, pero debo hacerlo.
- Imagínate que descubres que el número de justos supera con creces al de impíos.
- El odio hacia el grupo de pecadores es más poderoso que la piedad que pueda sentir por esa mayoría silente.
- Y si el responsable de esta situación fuese una sola persona y los demás fuesen inocentes.
- No te equivoques. Aquí no hay inocentes. Todos son cómplices.
Cojo mi Ford Sierra y me dirijo a la oficina. Enciendo la radio y pongo K-Billy y “El supersonido de los setenta”. En el maletero, hay cuarenta kilos de Goma 2. La guantera está llena de cables. Subo el volumen hasta que los altavoces empiezan a vibrar. Clowns to the left of me, jokers to the right, here am I stuck in the middle with you. No siento ningún tipo de flaqueza. Por fin llego al bloque de oficinas. Mi despacho está en la duodécima planta. Entro en el garaje y aparco el coche en la plaza reservada para el presidente. En la primera plante del parking. Sé que hoy vendrá en taxi. Apago el motor y la radio. Activo el dispositivo que ayer conecté a un Nokia. Salgo y cierro el coche con el mando a distancia. Sin volver la cabeza. Subo a la planta baja y entro en el baño. Me meto una raya de polvo blanco y salgo por la entrada principal. Me siento en una jardinera y recorro el edificio lentamente con la mirada. Me pongo los auriculares del iPod y escucho Iron Maiden. Me enciendo un cigarro y espero. Fear of the dark, fear of the dark, I have a phobia that someone’s always there.
Ya son las diez. Son todos los que están aunque no estén todos los que son. Marco el número de la tarjeta prepago que compré ayer. Un tono, dos tonos y… ¡a tomar por culo!

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