Cada año la lluvia amarilla de hojas me recuerda que otro invierno se acerca. Trato de huir de él pero sé que no podré. El sauce de la entrada su duerme hasta la llegada de otro milagro de la primavera. Mientras tanto yo seguiré esperado hacia la luz y hacia la vida en esta cárcel de luces fluorescentes y aseos minimalistas. De usura y sexo limpio. Quiero escuchar una hoja caer. Pero aquí siempre hay ruido. Y tiempo. Mucho tiempo que nunca calla. Que arrastra y humilla con su cadencia. Que te jode y te sodomiza cada año con la renovación del contrato temporal. Una firma y un año más de esclavitud capitalizada. Rentable. Amortizada. Pero este año, juro que intentaré escapar. Lo juro. Este año romperé el contrato. Seré yo la dominatriz. Les follaré y me cagaré en sus balances y en sus muertos. Este año no me pillará la lluvia amarilla en la misma mierda. No. Este año seré yo su verdugo. He pisado ya muchas veces las hojas de este sauce. No más. Este año quemaré su despacho. Ha llegado el momento. Abro la puerta y saludo al hijo de puta de recursos humanos. Firme aquí, por favor. Por supuesto.
1 comentario:
Te sobra tanta mala leche como talento a la hora de escribir. Enhorabuena por ambas cosas. Un saludo.
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